Especial MacWorld Mountain Lion

MacWorld Práctico Especial Mountain Lion

No es ninguna novedad y, probablemente ya no quede ninguno en los quioscos. Pero sentía que tenía una deuda conmigo mismo y quería hablar acerca de lo último que escribí para la ahora difunta MacWorld España. Concretamente, este número especial sobre cómo usar OS X Mountain Lion que se publicó en Enero. Mi legendario efecto gafe, capaz de acabar con webOS o poner en serio aprieto a Nokia, ha sido capaz de acabar con la revista para la que a veces escribía como colaborador.

El caso es que estuve dedicado a escribir este tocho durante Agosto de 2012, esperando que si me enfocaba y esforzaba lo suficiente finalmente lo acabaría para primeros de Septiembre. A punto de llegar Septiembre vi que no lo tenía listo del todo, pero sí que había reunido un tocho considerable y que no me quedaría tanto: había cumplido con el plan de trabajo. Una vez enviado el borrador, me dieron la mala noticia de que el enfoque no era el esperado: se necesitaba un tutorial paso a paso, y no una review y opinión sobre el nuevo sistema operativo de Apple. Patinazo en toda regla.

Durante Septiembre y Octubre estuve muchas horas, muchas, dedicado a ir avanzando el libro. Finalmente lo entregué. Parir cualquier cosa escrita siempre es más duro de lo que uno espera. Pero cuando hablamos de un documento de este tamaño (más de 140 páginas de revista escrita casi sin publicidad, lo que haría un librito de unas 200 páginas o más) cualquier previsión que hago siempre se me cae al suelo. Y debería tener experiencia: en 2011 estuve escribiendo unos manuales para cursos de teleformación, he escritos algunos artículos para MacWorld y PCWorld y hace mucho se publicó un especial sobre Linux (era mi época Linuxera) que tecleé enterito.

Con una suerte digna de mejor causa, en Enero me encontré al pasar por un kiosko, en Madrid, con la revista. Iba a impartir una de las jornadas del curso a medida avanzado de iOS que tuve el gusto de dar a la gente de Redsys junto con Mobile Business School. Cuando tuve la revista en las manos, no la reconocía. Claro, yo sólo la había visto en la pantalla de mi iMac dentro de Pages, pero no había visto la versión final. Supe que era la mía por el artículo sobre accesibilidad que Jonathan Chacón tuvo la deferencia de escribirme para que apareciera en el especial (¡gracias, Jonathan!). Y ahora, aquí la tengo.

Es un recordatorio de varias cosas, y con el ansia de automachaque que define a todo buen informático, para empezar todas las que me recuerda son malas:

  • la próxima vez no uses Pages para escribir un libro. Si tienes una licencia de Scrivener, aprende a usarlo. Es la aplicación definitiva para escritores. Ahora me he dado cuenta, tarde, pero mejor que nunca.
  • si te encargan escribir sobre algo, pregunta antes de empezar por el enfoque. Define los requisitos, como con un programa. Si al cliente no le gusta lo que has hecho, vas a tener que empezar de nuevo y no va a ser divertido.
  • se pesimista con las estimaciones, y después de eso, aplica un factor de corrección de +50% del tiempo que has estimado. Y aún así ni te acercarás. Escribir lleva mucho tiempo, y por mucho que invoque mis capacidades super heroicas, luego no se avanza al ritmo que se quiere, sino al que se puede.

Pero también he aprendido mucho sobre mí mismo y sobre las herramientas que he usado. Vamos, que algunas cosas he hecho bien:

  • ya que tenía que escribir sobre OS X Mountain Lion, he aprendido mucho sobre el OS. Ahora hay un montón de cosas más que se hacer.
  • he mantenido un ritmo constante de escritura. He sido bastante disciplinado y todos los días escribía un par de horas. Ni yo me lo creo.
  • me he agobiado, pero dentro de un límite. Cuando me dieron la mala noticia, en lugar de cabrearme y gritar saqué mi libreta y me hice un mapa mental para comerme ese marrón. Y convertí el problema amorfo en una lista de tareas que podía ir resolviendo.
  • tengo a mi lado un recordatorio en papel, algo físico, de que soy capaz de escribir un librito si me pongo a ello. No me he dado el tiempo para disfrutar de esto, quizás es ahora la primera vez que estoy reflexionando sobre ello.
  • he aprendido a usar algo más de Pixelmator, para editar las imagenes de las capturas. Mola.

Así que ya está. El libro está en mi mesa. El trabajo terminado. Pero MacWorld ha cerrado, mucha gente ha perdido su trabajo y probablemente nadie lea este número, al que he dedicado tantas horas. Al no estar en edición digital (en Zinio, por ejemplo) poca gente lo va a leer. Y eso me deja un poco triste.

Ahora tendré que matar el gusanillo de escribir de alguna manera. Probablemente escribiendo un libro para enseñar a desarrollar Apps para iOS. ¿Alguien interesado? Acepto ideas y sugerencias. Luego haré lo que me de la gana, pero prometo tenerlas en cuenta 😀

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Un día en «Teacher’s Hell»

Credit: http://www.flickr.com/photos/barkbud/4257136773/

Credit: http://www.flickr.com/photos/barkbud/4257136773/

He impartido muchos cursos a lo largo de mi vida profesional. Muchos. Muchas horas de formación. Es algo que me gusta mucho y me llena. Puedo explotar mi faceta de abuelo cebolleta y contar todas las batallitas que me apetezcan a un público cautivo que no puede huir a ninguna otra parte. Y encima me pagan por ello. Así qué todos contentos (menos los alumnos que tienen que aguantarme, claro)

Debido a esta experiencia acumulada, suelo preparar con mucho esmero cada curso. Reviso mi bolsa para comprobar que llevo el cargador del portátil, los cables de conexión al proyector, si llevo algún bolígrafo o libreta, el mando a distancia para pasearme mientras pongo alguna presentación en Keynote. Y voy preparado para todo. Bueno, para casi todo. Hace poco viví un completo Teacher’s Hell, una de las peores situaciones que he vivido. Hasta perder el avión de ida en el viaje a Panamá para el curso de Android que impartí en Julio me parece menos grave. Por la acumulación de problemas.

Llegué al aula con tiempo. Al menos, 40 minutos antes de empezar el curso. Empezamos a las 16:00 y acabamos a las 21:00, y son las 15:20. Así tengo tiempo de encender el equipo, probar el proyector, conectarme a la red, beber un café… Entro en el aula y todos los alumnos ya están allí, sentados. El proyector encendido. En tono de sorna digo «bueno, parece que hay ganas de empezar, ¿no?. ¡Eso es bueno, venís con ganas!». Mirada sería del responsable. «Diego, empezábamos a las 15:00».

De pronto, una sensación de caer en el vacío. El mundo se me viene encima. Una vez me presenté para un curso en la dirección equivocada y tuve que recorrer media Córdoba a la carrera. Pero llegar tarde, nunca, si puedo evitarlo. En mi calendario, apuntado el inicio a las 16:00. En la presentación del curso, igual. En mi mente, las 16:00. Reviso el correo, y efectivamente no aparece ninguna hora. Hablamos de «por la tarde». Probablemente asumí mal el horario, pero me extraña.

Me rehago. Saco el ordenador con una sonrisa nerviosa mientras me disculpo, lo enciendo y lo conecto al proyector. No se ve. Miro el cable de conexión al proyector: hay un bifurcador extraño, uno de esos cables en Y que permiten ver el proyector y la imagen en un monitor a la vez. Desconecto y conecto el proyector directamente al portátil. Se ve en la pantalla. Uf.

Tengo que dejarles los ejemplos a los alumnos, y además ellos deben conectarse a una B.D. MySQL que llevo en mi MacBook Pro. Es un curso de Hibernate. No MySQL == No curso. Pregunto por la WiFi. No hay WiFi. Bueno, sin problema, pienso: «me conecto con un cable Ethernet y listo». No, no tan rápido, la dirección de sistemas no te deja conectarte a la red, y además no vas a obtener IP con tu portátil. Bien. El entorno de desarrollo que traigo montado y la base de datos MySQL al infierno.

Bueno, aunque todo se tuerce, puedo montarlo todo durante el curso, mientras hablo de la teoría con mi keynote del Mac. El ordenador del profesor es un Dell con Windows XP. A fin de cuentas, me han dejado usuario y contraseña. Los introduzco y me sale el típico «tu contraseña ha caducado, y como veo que no tienes mucha prisa ahora mismo voy a molestarte un poco más obligándote a cambiarla«. Evito la tentación creciente de gritar y golpear algo. Me concentro e introduzco una contraseña segura, para evitar chorradas con el criterio de generación de contraseñas: «la contraseña es corta, debe tener mayúsculas, minúsculas y el Emoji de un caganet«. El ordenador me dice que no puedo cambiar la contraseña, que no tengo permisos para ello, pero que o la cambio o no puedo iniciar sesión. Llamo a soporte. Comento el problema, y lo solucionan de forma remota. Inicio sesión y se lanza un logon script de esos que tardan en una red corporativa medio año mientras un intérprete de comandos realiza tareas misteriosas. Tras lo que me parece una eternidad, llego al escritorio de XP.

Bueno, vamos a descargarlo todo: MySQL, etc. La velocidad de descarga se mide en Kbs, no en Mbs. Y son pocos. Estoy en el CiberDespacio. La descarga comienza a alargarse ante mis ojos, cansados y tristes. Los nervios aumentan. Se me acaba la teoría. No tengo BD. Tengo he pasar a los alumnos los ejemplos, esos que ya están en la carpeta pública de mi Mac, esa a la que no pueden acceder. Empiezo a pensar en preguntar por un cable serie Null-Módem para pasar las cosas, pero me muerdo la lengua. No hay red, y me acuerdo de la cita de Tanenbaum: «Never underestimate the bandwidth of a station wagon full of tapes hurtling down the highway». Tiro de USB.

Disco Kaput

Vamos con el pendrive. Saco mi flamante pendrive de 4GB. «Lo copio todo aquí, se lo paso a un alumno, lo pone en la red y listo». Parece que hay un servidor de ficheros, así que probablemente lo use. Introduzco el pendrive en el Mac. Aparece un error en pantalla. Algo de que copie los datos, que está mal el pendrive. No me lo creo. Parece que lo voy a tener que formatear. Ya formalmente cabreado, abro la Utilidad de Discos. Voy a darle formato FAT, que luego hay que usarlo en un XP y no quiero más problemas a estas alturas. No puedo. Me dice que el sector cero está defectuoso y que tire el pendrive. A estas alturas, empiezo a mirar alrededor buscando la cámara oculta. He llegado a la hora que no era, estoy sin WiFi, sin posibilidad de conectarme a la red, sin pendrive… Pregunto a los alumnos. Ninguno tiene uno encima. Quiero morir.

Utilidad de discos no puede formatear el disco

Hablo con el responsable del curso, que amablemente me ofrece uno. Lo uso para copiarlo todo en el pendrive y se lo paso a los alumnos. Mientras copian, mi mente procesa a toda velocidad. Vale, tienen los ejemplos, pueden ver la teoría en pantalla, pero me falta la B.D. Puedo instalarla en el ordenador del profesor, pero creo que lleva 20 Kb descargados o algo así. ¡Al menos podría pitar como pitaban los módems antiguos!.

De pronto, me viene la inspiración. Desde informática me han dicho que no puedo conectarme y que no obtendría una IP en mi equipo. Eso es lo que me han dicho. Pero no lo he comprobado. Busco el cable Ethernet conectado al ordenador del profesor y lo conecto a mi MacBook Pro. ¡Voilà!. Tengo acceso a la red local y a Internet. Todo cambia, al fin, para bien. Continuamos con el curso y se acaban los incidentes.

Cosas que he aprendido de esta experiencia:

  • por bien que creas que llevas preparadas las cosas, piensa mal, hasta que te parezca que es de manera absurda. Todo puede torcerse, todo. Y varias veces.
  • las presentaciones las debo llevar en dos pendrives. Si muere uno, tengo el otro.
  • las presentaciones debería copiarlas en formato PDF. Si se muere mi MBP siempre puedo usar cualquier otro ordenador que muestre un PDF.
  • siempre copiarlo todo en Dropbox. Aunque recientemente, en otro curso, me falló Dropbox al ir a bajar una presentación 😀
  • antes de impartir una charla o un curso en un sitio nuevo, confirmar el equipamiento de que dispongo. Me ahorro sustos luego.
  • confirmar las horas y fechas (algo que siempre hago, pero en este caso se ve que no…)
  • no cabrearse es mejor. Solucionas los problemas y te sientes bien por duplicado: porque has solventado el marrón y porque te has controlado a ti mismo.

Por cierto, recuperamos todo el tiempo perdido, de forma que los alumnos no perdieron nada. Eso nunca: lo primero son mis alumnos.

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Enero 2012: Apocalipsis Maya para mis dos ordenadores Apple

Tren descarrilado. Foto de la IMLS DCC

Este Enero mis capacidades gafe han llegado a cotas insospechadas. Si no lees habitualmente este blog, igual no sabes que me pasé completamente a Mac, porque pienso que los Macs no son caros. Y que en mi escritorio trabajo habitualmente con dos equipos, mi iMac de 27″ Core i7 y mi viejo Mac Book Pro. También sabrás que anteriormente se me ha roto hardware de Apple, y que Apple me lo arregló gratis, aunque ya no estuviera en garantía.

El caso es que desde Noviembre vengo quejándome del horroroso rendimiento de Lion en el iMac. Con un Core i7 quadcore 2.8 Ghz y 12GB espero que todo vuele. Ni SSD ni gaitas. Lo tienes todo en memoria y punto. Máquina hay de sobra. Pero no era así. Y el HD hacía un ruído horroroso. No se por qué me empeñé en que el fallo era software, y probé a desactivar, reactivar y toquetear casi todos los ajustes del sistema. Instalé y quité aplicaciones para ver si encontraba a la App culpable. Incluso desactivé las copias de seguridad con Time Machine, para que no me enlentecieran el equipo. Pero nada. Lion era desesperante. Y el HD cada vez sonaba más y más. Aunque me avisaban desde Twitter que a ver si no era un problema hard, yo ni caso. Al final, instalando el programa Tech Tool Pro 6, para defragmentar el disco del iMac, me avisó de que el estado SMART del disco avisaba de fallo inminente. El estado SMART es un sistema que en teoría te avisa de un fallo futuro en el hardware del disco duro, de forma que antes de que el disco muera puedas hacer algo.

En mi caso, lo primero que hice fue copiar el HD entero en una imagen de disco (un DMG) desde la utilidad de discos. Luego llamé a Apple, a ver qué podíamos hacer. Lo primero que me dicen es que mi iMac no tiene Apple Care. Les digo que no, que yo compré el Apple Care y que el comercial me indicó que se auto activaba.  Pues no. Busqué la caja del Apple Care y lo activamos correctamente con otra llamada a Apple. Una vez comprobado que el HD daba error SMART me ofrecieron cambiarlo sin coste alguno. Incluso podía elegir a dónde llevar la máquina. Así que preferí hacerlo en Golden Mac, que para eso son el APR de Sevilla y es allí donde imparto algún curso de iOS que otro. Llevé la máquina, estuvo allí una semana y ha vuelto como nueva. He reinstalado Lion, aplicado actualizaciones y recuperado el sistema desde el DMG que creé y he continuado desde ese punto. Esta parte, tras el disgusto, ha sido fácil.

Y además tenía mi querido MBP para seguir trabajando, ¿no?. Pues no. Un Sábado estoy trabajando con el y de pronto pega un «pantallazo» y se pone en modo CGA. Los viejunos me entenderán. Pero se recupera solo, y sigue funcionando sin normalidad. Le echo la culpa al driver de vídeo de Lion, total, la culpa siempre va a ser de Lion, ¿no? Cierro el MBP y lo dejo en reposo, como siempre. El Domingo, me levanto con ganas de hacer cosas y abro el equipo. Pero la pantalla está en negro. No se ve nada. Intento todas las combinaciones de teclas y al final lo apago con un «botonazo». Arranco y no se ve nada. Además, antes de apagarlo le quité el sonido y no suena el Mac al encender. Luego no se si está arrancando bien o no. Tras varios apagados en modo Chuck Norris, decido conectarlo a un monitor externo. No Luck. No se ve nada. Pienso que es la placa base, que se ha ido al garete. Pero veo que desde una máquina windows puedo hacer ping a la IP del portátil. Luego está vivo. No suena porque le quité el sonido. Y no se ve porque la gráfica nVidia ha muerto. Busco por Internet y tras un rato me encuentro con esta página, en la que Apple reconoce un fallo en las nVidia de los MBP que coinciden con el mío. Y tienen un programa de cobertura: si el equipo tienen menos de 4 años, aunque no esté en garantía, si se le va la gráfica te cambian la placa base gratis.

De nuevo, llamada a Apple. Y paseo a Golden Mac. Recojo el iMac y dejo mi MBP. Y tras dos semanas, aquí están en mi mesa de nuevo los dos, trabajando codo con codo. He superado la «crisis hardware» mayor que he sufrido en mi vida (en casa).

Moralejas. Varias. Las cosas de Apple se rompen, como las de todos. Pero con una llamada y pulsar una tecla te atiende una persona que te informa si sí, si no, o le que cuesta. Y se hacen cargo de sus fallos. Los reconocen y los pagan. Y hay puntos de servicio por toda España. No quiero imaginarme lo que hubiera pasado con dos equipos Acer o Dell. Envío a portes debidos, mala atención, etc. Así que con Apple se paga un poco más, que en mi opinión está muy justificado por la calidad de los materiales y el soporte postventa, que es el mejor.

Y otra moraleja. Pensaba que tenía muchos ordenadores en casa. Y es verdad. Pero en una semana «murieron» en combate dos de golpe. Tuve que tirar durante una semana de mi viejo Dell 17″ (un PC transportable, más que portátil), pero que me ha sacado del apuro. Una experiencia insufrible volver a XP después de OS X, si al menos fuese Win 7… El caso es que cierta redundancia en hardware, si te dedicas a esto, nunca está mal. Lección aprendida.

Espero que ahora las cosas se calmen un poco, deje de romper cosas y pueda centrarme en crear algo interesante. Tus historias de miedo, a continuación en los comentarios. Siempre es bueno ventilar esos problemas 😀

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