Organizando mi espacio de trabajo

El verano es tradicionalmente tiempo de reformas. No se por qué, pero nos ponemos a hacer obras siempre cuando hace más calor. Será porque hay más tiempo. Siguiendo esta tradición, me he lanzado a cambiar cómo tengo organizado el espacio en mi oficina en casa, moviendo mesas, recableando cosas, moviendo software entre ordenadores… Pero primero, un poco de historia.

Mi Oficina en casa

Dado que trabajo en casa (cuando no estoy por ahí impartiendo un curso o en algún congreso) dediqué una habitación para tener un pequeño estudio. Inicialmente era una habitación de mi casa, que usábamos mi mujer y yo. En aquella época tenía un PC con Linux que hacía las veces de servidor y un portátil, mi Dell Inspiron, que aún conservo (para juegos retro y cacharreo con XP). Vinieron los niños, y esa habitación se usó como un cuarto para juegos. Así que me construí una habitación en el patio, desconectada del resto de la casa y allí puse la oficina. Esta es la solución ideal si tienes que trabajar en casa, pero no está al alcance de todo el mundo: si vives en un piso, directamente no puedes. Y en mi caso está justificada (creo) porque me dedico profesionalmente a trabajar desde casa.

El caso es que cuando dispuse de la habitación, la llené de todos los chismes que tenía amontonados en el otro sitio. Libros, cómics, ordenadores, ordenadores retro (AMSTRAD, Spectrum, Amiga, etc.) y las cosas de trabajar. Dado que el hombre es un animal de costumbres, le mantuve a mi mujer su espacio reservado, su mesa. Y empecé a trabajar. Al principio, dado que tenía sitio, fui almacenando cada vez más cosas, sobre todo retro informática, con una suerte de Síndrome de Diógenes. Llegué a tener de todo, hasta tres Apple Power Mac G5 (que ocupan bastante sitio), junto con una serie de servidores Sun donados por Isotrol, monitores, etc. Y allí trabajaba, entre el montón de cacharros y cosas.

Dado que tendemos a llenar de cosas que no usamos cualquier hueco libre (primera Ley de los chismes inútiles de Diego Freniche) llegó un momento en que tenía muy poco sitio para mi. Y era un poco agobiante todo. Empecé a leer sobre tendencias minimalistas, pero yo nunca he sido de esos, especialmente con mis «juguetes». Tuve que ser minimalista obligado cuando era un chaval y no podía tener el ordenador que quería. Ahora, si me apetece tener un cacharro (que vale muy barato normalmente o es incluso gratis) me lo compro y punto. Siguiendo algunas de estas premisas minimalistas (pero no todas) empecé a darme cuenta que tener tantas cosas me ocupaban espacio físico y mental, y me costaban dinero. Había construido una habitación para trabajar mejor, pero la realidad es que tenía un almacén. Así que empecé a dar, donar, ceder, tirar y vender todo aquello que no podía justificarme mantener. Me deshice de monitores de tubo, de mi PC, de todos los Power Mac G5, de un par de Macs retro que doné a la ETSII de la Universidad de Sevilla, impresoras de tinta…

Pero seguía sintiendo que el espacio no estaba aprovechado. La mesa de mi mujer (que ya nunca viene al nuevo estudio) seguía allí, y se amontonaba de papeles y cosas. La usan ahora mis hijos para colorear dibujos mientras que yo hago cosas en el ordenador. Pues bien, esto ha cambiado. He pensado que dando un cambio físico (que puedo ver) me forzaré a un cambio interno que me haga empezar de una vez, con el ritmo pausado pero intenso que quiero tener. Productividad sin agobios.

Hice una galería en 2011 mostrando cómo estaba entonces la oficina. Por si quieres contrastar.

La nueva distribución de mesas

En una visita este pasado Invierno Migue Terrón lo primero que me dijo al ver mi estudio fue «pon esas mesas en L». Parecía una buena idea, pero me parecía un sacrilegio invadir el espacio de mi mujer. Y un montón de trabajo. Finalmente me he puesto manos a la obra y así han quedado las mesas, en L. Pero no sabía qué hacer con los ordenadores. Si sólo tuviera uno no habría que pensar tanto, pero estos son los problemas que a veces nos creamos por la abundancia de recursos. Gestionar la abundancia ocupa tiempo. Por ejemplo, si sólo tienes un iPod, está claro cómo organizar tu música. Cuando tienes tres, les buscas un cometido a cada uno: «éste para los trayectos de casa al trabajo, con podcasts, éste para correr y el otro con mi música». Sí, pero ahora tienes que sincronizar tres aparatos.

Pruebas con la mesas

Tras varias pruebas y consultas por Twitter, vi la luz. Lo que necesito para sentir ese boost productivo es crear una zona de trabajo separada de la zona de juego. Actualmente uso el iMac para jugar tanto como para trabajar. Y creo que eso hace que no me ponga en modo trabajo al sentarme con el iMac. Como el portátil sólo lo uso para trabajar, si siento ese cambio al modo ponte a currar automático cuando lo enciendo.

Resultado final

]8 Resultado final

Mi mesa de trabajo

Mi mesa de trabajo

]9 Mi mesa de trabajo, con el iMac 27″

Es mi mesa de siempre, que he tenido que mover y poner frente a la ventana. Pronto pondré una cortina, para disminuir el resplandor, aunque uno puede esconderse tras las 27″ del iMac sin demasiados problemas de deslumbramiento. En esta mesa sólo está el iMac. Lo he usado en los últimos años acompañado de una TV/monitor que me hacía de segunda pantalla. Algo muy útil, y de lo que me ha costado desprenderme. Pero me relaja ver la mesa sólo con el iMac, teclado, Magic Trackpad y Magic Mouse. A un lado de la mesa de trabajo, colgando de un soporte para poner la caja de un PC, está mi Drobo, la Time Capsule, un HD para guardar películas y un router Wifi con el que creo una segunda red inalámbrica en casa. Bajo la mesa están los SAIs, que dados los problemas de microcortes que tenemos aquí en El Saucejo, son imprescindibles. Y los cables se recogen (más o menos) en una bandeja porta cables de Ikea. Bajo la otra mesa, en la L, está la cajonera, que ahora no me agobia al sentarme.

Ventajas de esta distribución: tengo mucho más espacio en la mesa, al tener menos chismes. Y bajo mis pies. La habitación parece mayor, y tengo la cajonera mejor situada.

Desventajas: estoy sentado frente a la ventana, lo que puede deslumbrarme. Esto voy a solucionarlo con una cortina que me filtre el exceso de luz.

La mesa de juegos

La mesa de juegos

En la mesa de mi mujer he colocado todo lo necesario para cacharrear y jugar. Allí he llevado mi TV/Monitor, que utilizo para conectar mis retro ordenadores (Amiga 1200, Spectrum, Commodore) cuando quiero hacer algo con ellos. Esta TV está ahora conectada por un lado a mi Mac Mini G4 con MorphOS, y por otro a mi Mac Mini, que compré inicialmente para hacer de media center, pero que finalmente sirve, con bootcamp, para jugar (Windows) o trabajar (Mac).

En esta mesa he colocado el Griffin Elevator para dejar el portátil cuando tengo que sincronizar ficheros o hacer algo. Cuando estoy en la oficina no suelo usar el portátil y tiendo a usar más mi iMac. Así que he desterrado al portátil de la mesa de trabajo. Esta segunda mesa dispone también de mucho más espacio, así que es más sencillo colocar los ordenadores retro cuando quiera. Le he dejado una silla más incómoda, para no estar tanto tiempo jugando.

Reorganización lógica

Ahora viene otra reestructuración, en la que hay que esforzarse pensando y no moviendo muebles. Y creo que es peor. Dado que voy a dedicar el iMac a trabajo, tengo que borrar los juegos y Steam del Mac. Todos los juegos van a ir en la partición Windows 7 del Mac Mini. Así, cuando me apetezca jugar, tendré que encender el ordenador y cambiarme de mesa, lo que lleva su rato y además es un aviso claro de no estás trabajando, cuando a lo mejor es lo que deberías estar haciendo. Así espero trabajar 100% en horario de trabajo, y descansar 100% en horario de descanso. Que si no, luego hay que echar tiempo los fines de semana y a deshora, y es un rollo. Trabajar cabreado, estresado y de noche no es nada minimalista ni gurusero. Es un tostón.

Eso sí, esta reorganización la voy a hacer poco a poco, fraccionando cada paso en tareas en Things, siguiendo GTD. Porque si no, cualquier reorganización suficientemente larga es indistinguible de una procrastinación permanente. Y se supone que con este cambio quiero trabajar mejor.

P.D.: soy un yonki del porno informático, y una de sus categorías son fotos de oficinas y espacios de trabajo. Si tienes la tuya y quieres ponerla en los comentarios, me encantará verla.

j j j

Mi primera aplicación para iPad

He terminado y entregado mi primera App para iPad. Ha sido un encargo, muy especial, para crear un cartel interactivo dentro de un museo. Así que no la busques en la App Store, porque no va a aparecer. La App está dedicada a narrar los sucesos que llevaron hasta la primera Constitución democrática de España, «La Pepa», proclamada en 1812. Es visualmente muy sencilla (debía ser «minimalista») y muy fácil de usar: se desplazan los sucesos con un «swipe» o bien se avanza por un «cover flow» en la parte inferior.

Mi App para iPad en funcionamiento

Mi App para iPad en funcionamiento

Con esta App he aprendido muchas cosas:

  • cómo desarrollar pensando en la resolución del iPad
  • cómo hacer pruebas con el iPad de mi mujer cuando ella no lo está usando
  • cómo usar a fondo UIScrollView
  • cómo encontrar trozos de código en Internet que me resuelvan problemas 🙂
  • cómo distribuir una App de forma sencilla para que el cliente la pruebe sin tener que ir yo a instalarla en sus dispositivos (gracias @xelecto por enseñarme BetaBuilder)
  • a hacer un MVC del que me sienta contento
  • a comenzar un proyecto pensando en cómo voy a reutilizar el código
  • que el iPad no tiene motor de vibración 😛
  • que desarrollar para un estudio de diseñadores te abre los ojos sobre muchos aspectos de diseño, pero también a ratos te hace odiar a la raza humana.
Cambiando de evento

Cambiando de evento

Increíblemente he cumplido «casi» perfectamente en tiempo, pese a estar con mil cosas a la vez. Y me he vendido muy barato, debo decirlo, porque el proyecto me atraía mucho.

Tengo ahora una buena base para plantearme una App que cuente cuentos, o explique cosas (al estilo de aquellos estupendos libros de «Cómo funcionan las cosas»).

Así que ya sabes: si tienes una App interesante para desarrollar, dinero en el bolsillo y las ideas claras, siempre puedes contactar conmigo para contratarme como desarrollador Freelance. O directamente puedes donarme el dinero y ya yo voy haciendo algo «magical» 😀

Batalla de Trafalgar

Batalla de Trafalgar

j j j