Mi nuevo ordenador es un iPad

Escribo esto en mi «poor man´s iPad Pro». Es un iPad normal, modelo 2018, color Space Gray. Eso sí, con 128 GB de almacenamiento interno, porque la nube no siempre está disponible. Prefiero controlar mi almacenamiento. Cosas de abuelete. Es un «iPad Pro para pobres» porque me he comprado el Apple Pencil (1ª generación, que es el que soporta este iPad), y un teclado/funda de Logitech. Y, la verdad, el combo me está encantando.

Mi nuevo iPad

En casa siempre hemos tenido un iPad. Desde el iPad 1 (que era oficialmente de mi mujer). Mi primer iPad fue un iPad 3, el primero con pantalla retina. Lo compré para leer libros y comics, entre otras cosas. Pero la verdad es que mi relación con el iPad siempre ha sido de indiferencia/aburrimiento total. No se por qué, pero no era capaz de encajarlo en mi flujo de trabajo habitual. Como muchos informáticos, veía la potencia del hardware del iPad desaprovechada por su software. ¿De qué me sirve tener un procesador y GPU tan potente, o esos resultados en benchmarks, si luego no puedo ejecutar un simple emulador o un entorno de desarrollo en el iPad? Así que siempre volvía al portátil, que para eso tiene teclado y es un ordenador de verdad. El iPad, para que los niños jueguen al Minecraft.

A todo esto siempre han ayudado dos cosas. La primera, que soy un abuelete y prefiero un ordenador en el que pueda trastear por encima de todas las cosas. La segunda, que cuando antes trabajaba usaba mi portátil, por supuesto siempre sincronizado con mi Hackintosh y mi iMac usando Syncthing, Al tener en el ordenador las cosas de trabajo y mis cosas personales mezcladas, era sencillo echarle un ojo al correo o mirar esto o aquello en un momento. La frontera entre trabajo y usar mi ordenador para cosas personales era complicada. Siempre estaba usando el ordenador. Para algo.

Pero todo esto ha cambiado en 2018. El iMac está fuera de servicio actualmente (tarjeta gráfica kaput). Empecé a trabajar en Teamwork.com (la mejor compañía del mundo, en la que estoy súper contento, por cierto, buscamos gente) y me dieron un MBP para el trabajo. Decidí tener completamente separadas las cosas de trabajo y las personales. No instalar en el portátil de trabajo nada que no fuese de trabajo. Por aquello de separar mentalmente los contextos, algo importante si, como yo, trabajas desde casa. Ahora, abrir el portátil de Teamwork significa «cerebro, vamos a trabajar». cerrarlo significa «esto se acabó, ahora tus cosas». Pero la realidad es que mis cosas no han funcionado este año.

Sólo el hecho de tener que ir a por el otro portátil, que a veces esté sin batería, subir una mochila, bajar otra… Me daba una pereza infinita. Y cuando me sentaba frente al Hackintosh lo único que me apetecía era arrancarlo en Windows 10 y jugar. Así que ya no tengo Hackintosh. Resultado: he dejado de escribir en el blog, he reducido mi presencia en redes sociales, no voy a meetups y tengo ahora mismo 178 correos sin leer, mis tareas personales, antes organizadas en Things son ahora un desastre… Incluso importar fotos, organizar mi música se ha convertido en un problema. Todo, porque hay que ir a por el ordenador. El ordenador me impide hacer cosas.

Así que me he comprado este iPad. Le tenía ganas al Pencil. Siempre me ha gustado dibujar, pero volvemos a lo mismo: ir a por los lápices, libreta, etc. me suponía una barrera. Y también me frenaba mucho una estupidez mental muy mía: dibujar mal y ¡oh, no!, no poder corregirlo, emborronar el papel… Esto es una tontería, porque lo que yo busco dibujando (como cuando escribo) no es tanto el resultado, sino el placer que me reporta tener el cerebro haciendo sólo una cosa durante un rato. Siempre te gusta dibujar algo bonito, pero lo importante es la práctica, no el resultado (al menos para mí). Obligar al cerebro a hacer sólo una cosa y que el tiempo vuele es el descanso definitivo. Se ve que esto se me había olvidado. El caso es que no dibujaba.

Con el teclado puedo escribir sin limitaciones. Me gustan los teclados físicos, qué le vamos a hacer. Y con este iPad puedo abrirlo y en segundos estar escribiendo en mi WordPress. Fricción cero. Espero que eso se traduzca en volver a escribir.

Así que ahora mismo mi ordenador principal para mis cosas privadas es este iPad. Quiero forzarme a que así lo sea. Aunque tenga problemas y me encuentre con ciertas estrecheces al usarlo. Limitaciones casi siempre debidas al software, bien por la calidad de las apps o por las limitaciones que Apple nos impone. Ya, problemas del primer mundo. Pero para bien o para mal son mis problemas.

Quiero ver si, aún con estas limitaciones, la inmediatez de uso, la menor fricción y la disponibilidad que me da el iPad me ayudan a hacer cosas. Y me quite la manía de tengo que hacer cosas en un ordenador de verdad. De momento, la sensación de liberación es enorme: puedo hacer casi todo lo que hacía con el portátil, excepto programar (ya se, puedo usar Playgrounds o Pythonista, pero para programar sí o sí quiero una consola a mano). Y para programar me estoy planteando una serie de herramientas y workflows que darán para unos cuantos posts. Y puedo hacer otras muchas cosas que en el ordenador no podía hacer o no me apetecía hacer.

Quién me lo iba a decir…

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El lamentable estado de las herramientas de desarrollo iOS

Apelando a Murphy, voy a escribir esto justo antes de la WWDC, a ver si Apple me deja por tonto cambiando todo de lo que me voy a quejar aquí. Por desgracia no lo espero. Espero que presenten «otras 1000 APIs» que realmente no necesito. Lo que necesito es que eliminen los bugs que existen en las que ya hay. Y que las herramientas funcionen. No que añadan cosas. Que arreglen bugs.

Hace tres años escribí sobre El lamentable estado de las herramientas de desarrollo Android. En aquella época, lo que existía para desarrollo Android (oficial) era el plugin ADT para Eclipse. Y, como relato en el post, no funcionaba algo que era un simple ZIP. Eclipse, Java 6, fallos en las herramientas, un Android Studio que estaba en Alpha, una documentación horrorosa, una API discutible (ver p.ej. el método isUserAGoat en UserManager), la lentitud de Gradle si probabas AS… Esto era la muerte por mil cortes, comparado con el mundo iOS, con esas APIs Cocoa tan consistentes, un Xcode tan bonito y que entonces no fallaba tanto…

Y encima Apple presentó Swift en Junio de 2014. La promesa de un nuevo lenguaje, compatible con Objective-C, con C, C++, pero funcional, con inmutabilidad, Opcionales, genéricos, … Todo se veía de color de rosa desde el mundo iOS, comparado con el cenagal que era el desarrollo Android.

Apple: Non-Pro Macs

Apple ya no hace ordenadores para desarrolladores. Y me parece muy bien, si así gana más dinero. Pero debe entonces afrontar las cosecuencias, que van a ser (porque esto ya ha lo he visto antes en otras plataformas):

  • los desarrolladores se compran otras máquinas y se montan un Hackintosh para seguir desarrollando en iOS / Mac. MacOS se convierte en «ese sistema operativo que te ves obligado a usar por el trabajo». Apple no gana dinero con las máquinas. Tienes dual-boot y cada vez usas más Windows. Peligro.
  • los desarrolladores directamente se pasan a Windows 10 / Linux con mejores portátiles (y a mejores precios, que no todos tenemos una mina de oro en el sótano de casa) y usan MacOS en una máquina virtual (cosa que prohíbe la licencia, como el Hackintosh, pero ponle puertas a ese campo…). Goto 1
  • algunos desarrolladores se cabrean tanto con el poco aprecio que sienten desde Apple que directamente abandonan la plataforma, algo que a dia de hoy se puede hacer ya que el mercado de trabajo tiene ofertas casi para todo tipo de perfiles de desarrollo.

Si los programadores se van de una plataforma, esta se muere. Lo he visto con OS/2, con Amiga, con Linux (¿este es el año de Linux en el escritorio? Y sí, ya se que se usa mucho Linux en Android, que es Linux, y en la RaspberryPi, y que llevo usando Linux desde el 93, que no me cuentes de qué va eso que yo voté porque Tux fuera la mascota de Linux y tú no).

Casi le pasa a Microsoft. El rechazo que generó con sus Internet Explorers le ha llevado a ceder casi toda la cuota de mercado a Chrome. Y no hablemos del patinazo Vista, que enmendó con Windows 7. Es por eso el titánico esfuerzo que está haciendo ahora mismo Microsoft, permitiéndote ejecutar Linux en Windows de forma nativa, o dándote la bash. Atraer programadores que son los que riegan este campo con sus aplicaciones.

2017

Es 2017. Swift va a sacar la versión 4, con nuevos cambios que te obliguen a actualizar tu código, o no compila. Con ese asistente que tiene Xcode tan bueno. Si no tenías listo el lenguaje en 2014… ¿para qué sacarlo? ¿Porque Chris Latter estaba harto y se quería ir? Pero bueno, era 2014 y podíamos entenderlo, Apple. Pasamos por Swift 1, 1.1, 1.2, y los cambios a Swift 2. Y Swift 3. Contínuamente cambiando una base de código que funciona para hacer que siga funcionando. Es decir, gastar horas para seguir en el mismo punto. No añadir nuevas funcionalidades. Que compile. Coding is fun.

Al menos el compilador de Swift es rápido. Tanto, que cuando ejecuto Gradle en Android me parece instantáneo. Gradle, quiero decir. Pero en cada WWDC nos dicen que «ahora el compilador de Swift es un 20% más rápido». Con tantos avances en velocidad mi código debería terminar de compilar… en 1984. De lo rápido que compila. Pero la realidad es la realidad, y Swift es horriblemente más lento compilando que su equivalente en Objective C. Y es una pena, porque el lenguaje es muy bonito. Apple ha hecho un Sherlock de Kotlin con Swift, lo que está bien. Si ahora hiciese un Sherlock de IntelliJ, todos contentos.

Porque cansa ver cómo se arrastra el compilador. Cómo haces Cmd+click en un símbolo y no lo encuentra (es una función de ámbito global y no la encuentra). O cómo el autocompletado es totalmente random. O cómo pones un punto de ruptura dentro de una clausura y no puedes depurar el valor de las variables de la clausura. Bueno, sí puedes… usando println. NSlog oriented debugging FTW!

Al menos podemos refactorizar nuestro código. Esto significa que puedes cambiar el nombre a una clase. Fin de los refactors. Y en Objective-C. En Swift nada. Zero. Nil. Y de generar código ni hablamos. Últimamente Xcode no es capaz ni de comentar líneas de código con Cmd + / o acertar y autocompletarte los nombres de las librerías en los imports.

O cómo la comunidad ha tenido que solucionar problemas básicos que Apple se niega a ver. ¿Resolución de dependencias y librerías de terceros? En Android: Gradle. Soportado. En iOS: CocoaPods, Carthage, o a mano. Todos proyectos de la comunidad. ¿Plugins? En Android: Android Studio tiene de todo. En iOS: han metido un sistema de plugins tan restringido que, la verdad, no conozco a nadie que esté usando algún plugin que merezca la pena (indicadme por Twitter los mejores, por favor). Y de paso se han cargado un proyecto como Alcatraz, que sí que ofrecía un montón de plugins, temas y plantillas de ficheros porque, ¿quién quiere algo mejor cuando mi versión inferior patentada por Apple ya viene con Xcode? Y sí, entiendo los problemas de seguridad de los plugins, y que Xcode viene firmado y todo eso. Pero digo yo que habrá alguna solución intermedia colocando los plugins en otro proceso fuera del sandbox de Xcode…

WWDC

Así que, en esta próxima Developers Conference, vamos a abrir la Keynote hablando de lo mucho que vendemos, de lo buenos que son los portátiles con la ToyBar, de lo chulos que son los auriculares Beats, de todas esas cosas que nos interesan muchísimo a los programadores, que es a los que debe ir dirigida la Keynote. Nuevos colores para las correas del reloj. Nuevas animaciones en macOS para organizar tus ventanas en 15 espacios para que nadie lo use nunca, porque todos usamos un monitor externo. Y Apple Music, que todo programador necesita música de fondo y eso. Pagando.

Pues no. Este año no renové mi Apple Membership por primera vez en 6 años. Y cada vez me cuesta más y me duele más abrir Xcode. Porque veo lo que podría ser, lo comparo con un excelente IDE (con sus problemas, pero mucho mejor para escribir código) como IntelliJ y me sangra el corazón. Quiero seguir programando en un Mac en 2027. No me eches de tu jardín, Apple.

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Expectativas salariales

Muy a menudo recibo ofertas de recruiters, con tal o cual puesto que buscan cubrir. Antes de seguir, un apunte.

Ponerse tiquis-miquis con el paro que hay podría parecer prepotencia, pero la realidad es esta: no se me concedió en la cuna el privilegio Papal de estudiar informática y la automática prohibición al resto. Quien quiera puede estudiar esta carrera. En la universidad pública, nada de Oxford ni Yale. Vamos, que si se quiere se puede. No soy hijo del Marqués de Cubas. Si hay trabajo en esto y el personal se empeña en seguirse matriculando en carreras con 100% de paro la culpa encima no va a ser mía…

Los recruiters. Las ofertas. Sigamos. Siempre he pensado que cuando ofertas un puesto debes tener claro:

  • qué problema tiene que resolver la persona que venga (no basta con un «estoy agobiado de trabajo y necesito alguien que me eche una mano«).
  • con quién va a trabajar esa persona, en qué equipo va a estar y quien va a ser su responsable. Quién se va a encargar de ayudarle a adaptarse.
  • que contratar a alguien cuesta. Tiempo y dinero. Y cuando lo contratas pasará un tiempo hasta que sea productivo, entendiendo por eso que aporte a la facturación neta de la empresa más de lo que te cuesta tenerlo por allí.
  • el coste de contratar. No sólo el salario neto (que no lo puedes conocer sin saber las circunstancias particulares de la persona), ni el bruto. Además, los costes sociales, o el coste del puesto de trabajo. Un gran empresario amigo mío dijo una vez que «los trabajadores comen, cagan y mean». Desde la mesa hasta el ordenador, pasando por el coste de luz eléctrica, limpieza, etc. Tener a alguien siempre incrementa los costes. Y muchos son ocultos: línea de movil, costes de Gestoría, papel higiénico en el baño, costes de despedir a esa persona si te has equivocado, etc.

Todo esto se aleja mucho de la retórica brillante de los libros tipo «monta tu startup como en Silicon Valley» o «Silicon Valley Spanish Style». Aquí no hay «realismo mágico» sino «neorealismo cazurro». Sin mesas de Ping-Pong. Pero es que yo a lo más que he llegado es a ser empresario en mi vida. No he alcanzado los puntos de Hype necesarios ni para llegar a entrepreneur. Lo de Serial Entrepreneur (especialista en dar el pase) requiere de muchos puntos más de Karma.

Pues bien, de los puntos anteriores, el coste laboral para la empresa lo puedes calcular de antemano. Lo debes calcular de antemano. Si no, ¿qué empresario eres? Por eso me matan las ofertas de trabajo tipo:

«Cárnica Incorporated te ofrece incorporarte en Cojo-Empresa Líder en su sector, pero que no te decimos el nombre para que no vayas directamente a ellos y perder la comisión, y tan buena que no es capaz de seleccionar a su propia gente porque no sabe responder a las sencillas preguntas de arriba.

Ni idea de lo que harás allí, pero por sí acaso aquí va una lista de buzz-words para ver si puedes preparar un CV mentiroso que las incluya y así todos nos engañamos: nosotros por pedir la luna a precio de coste y tú porque piensas que vamos a contar contigo.

  • jQuery mobile, iOS (10 Años de experiencia), Java EE, SQL, Arduino y por sí acaso saber programar la TDT.

Ya, sabemos que hemos contactado contigo a través de LinkedIn y podríamos leernos tu perfil, pero es que nos da pereza y a fin de cuentas esto es recruiting al por mayor. Sabemos que a los mejores no los pescaremos con este tipo de correos, pero si a fin de cuentas la gente sigue usando Infojobs eso significa que el batallón de los tristes es amplio.

Indica tus expectativas salariales «

Vaya. Así qué ofreces un puesto pero no sabes lo que vas a pagar por el. O eso, o quieres «retribuir según valía del candidato». Lo que normalmente suele ser una subasta a la baja, a ver a quien encontramos más desesperado que acceda al salario más miserable. Porque sí tu salario es digno, o no lo es, pero es lo que estás dispuesto a ofertar, pues eso, lo ofertas. Pero no entras en estas tonterías.

A partir de ahora voy a participar en todas estas ofertas. Expectativas salariales: 120.000€ al año, netos. Y una Gameboy advance SP.

Para decir tonterías ya me basto yo solito.

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El agobio de repuesto

TL;DR: auto fustigación y pesimismo ahead. Igual prefieres ponerte Les Luthiers para divertirte.

No se si es por ser programador, o por ser informático. No, debe ser por intentar sobrevivir como autónomo en España, luchando contra unos impuestos disparatados que no ayudan mucho al que gana poco. O directamente porque soy tonto del culo. El caso es que siempre ando preocupado. Agobiado. Por pequeñas cosas, cosas insignificantes, pero que están ahí. Y molestan.

Cuando estás sano, tienes una estupenda relación con tu mujer, dos hijos a los que quieres con locura, has estudiado lo que te gusta, tienes trabajo, disfrutas de tus padres y familia… Parece que quejarse no es una opción. Hay que ser tonto, ¿no?. Problemas del primer mundo…

Pero como me dijo una vez un compañero, cuando estaba empezando y me dedicaba a arreglar ordenadores «uno siempre quiere más». Y con el tiempo he acuñado esta frase: «cuando todo te va bien siempre tienes a mano un agobio de repuesto».

Siempre quieres más. Aquí está esa idea del deseo no satisfecho, una sed que no puedes apagar del todo, pero que muchas veces es sólo una fantasía. Uno piensa: «si pierdo cinco kilos me sentiré mejor y haré tal o cual cosa». O peor «cuando pierda 5 Kg hago esto o lo otro». Son fantasías, autoengaños. Perder los kilos probablemente no te haga tan feliz como esperas. Aprende a disfrutar del deporte que practiques para perderlos. Haz ahora lo que quieras hacer o no lo hagas, pero no lo pospongas.

Estos deseos me llevan, en mi caso, a comprar cosas para acallar que algo no va bien. Menos mal para mis finanzas (y mi salud) que las cosas que compro para generar dopamina son baratas: no soy un aficionado al juego, ni a los coches caros o las drogas (más allá del café). Me relaja mucho más comprar un viejo AMSTRAD CPC 6128 y jugar con él. Aunque no me hace tan feliz como había imaginado, porque las cosas no me pueden hacer feliz: sólo yo, reconociendo lo que tengo ahora, dando gracias por lo que tengo y disfrutándolo, podré ser feliz. No hay otra.

Las críticas

Siempre he sido así, desde que tengo uso de razón. He pasado rápido por encima de mis éxitos, porque me da un poco de pereza estar alardeando de cosas que pienso cualquiera puede conseguir, si se esfuerza. Y siempre me han afectado mucho las críticas. Pero no las externas.

Esas las escucho, pero he aprendido a aceptar sólo aquellas de gente que respeto, no del primero que pasa por la calle. Las que de verdad me machacan son las internas. Esa voz interior que no para de juzgarte. De recordarte cómo has fracasado en perder los 5 Kg. O cómo no has arreglado la cerradura del patio que está rota. O que no has escrito ese libro que querías. O que no ganas el dinero que suponías te iba a hacer feliz. Esa voz que es tu peor enemigo. Esa voz siempre trae el agobio de repuesto.

Este agobio, esta duda permanente en mi mismo y en si hago lo mejor o no tomando esta decisión o la otra me paralizaba antes muchísimo más que ahora. Antes me devanaba los sesos. Y sufría mucho. En silencio, como las hemorroides. Pero sufría. Así que empecé a leer libros de «autoayuda», a probar métodos de trabajo que me librasen del estrés, a hacer cosas en lugar de pensar en cómo hacerlas perfectas o si debería hacerlas.

Herramientas para salir del pozo

Por el camino he aprendido que apuntar todas las tareas en algún sitio, siguiendo el método GTD te libera de la obligación de recordar. Una vez apuntado ya sabes que tu lista de tareas se acordará. Que reflexionar con un mapa mental, pintando en un cuaderno, me ayuda a ver mejor las cosas desde arriba y a tomar decisiones. Que no hay que ver todas las tareas a la vez, sino visualizarlas una tras otra. Es difícil luchar contra tantos problemas a la vez. ¿Pero contra uno? Seguro que gano. Me he ido conociendo y he desarrollado rutinas para trabajar mejor. Y me autoengaño, por ejemplo, empezando siempre con una tarea muy sencilla, casi absurda. Pero una vez has empezado, sólo hay que mantener la bola rodando. «El principio es la mitad del todo» (Pitágoras, sí, el culpable de que suspendieras el examen de senos y cosenos).

Me he hecho un gurú de cartón piedra de la productividad personal. Y claro, uno piensa que «cuando me sepa organizar perfectamente el agobio se irá». Y, como todas las fantasías, se desvanece en contacto con la realidad. Hay días buenos. Y días malos.

Lo malo es que, una vez que tuviste un día muy bueno en el que fuiste un 150% productivo tu cerebro quiere que todos los días sean siempre como ese. Y claro, eso no puede ser. La vida cambia: te pones enfermo, se acaba la comida del frigorífico, hay que pagar los impuestos, se estropea el coche, un amigo te invita a su segunda boda… Hay que improvisar, adaptarse, vencer. Y no hay que sufrir porque hoy sólo has rendido un 50%

El resumen de todas las técnicas de autoayuda, productividad personal, herramientas, etc. es sencillo: haz cosas. Al hacer cosas te sentirás un poco mejor. Haz muchas cosas y te sentirás bastante mejor. ¿Meditación? Un 5% más de felicidad. ¿Deporte? Otro 10%. Tus aficiones, otro 10%. Ve sumando.

Soy un fraude

Pero todo esto no me quita la sensación de engañar a todo el mundo. Dicen que se llama síndrome del impostor. En mi caso lo soy. Un impostor, digo. Porque es muy difícil, al ritmo que cambian las tecnologías, mantenerte al día. Ser relevante. Aprender iOS, Objective-C, Xcode, Cocoa, sus patrones de diseño, a manejar herramientas como Instruments, git, organiza tu trabajo… Y luego métete con Android, Eclipse, Java, Android Studio…

Demasiado para mi. Me hago viejo y tonto. Si fuera tan listo como me gustaría habría montado una empresa de la que me sintiera orgulloso. O tendría un proyecto software libre que fuera mío. O al menos una biblioteca de funciones que valiera la pena. O un buen blog. O un libro… La realidad es que soy un fraude y no tengo nada de esto porque no doy el nivel. No excuses.

Sufro cuando tengo que enseñar a alguien. Siempre pienso que me van a pillar, que se va a descubrir el fraude, que todos van a ver que realmente no tengo ni idea. O cuando tengo que hacer una App para un cliente. App con la que tardaré más de lo presupuestado, perderé dinero como siempre y de la que no me sentiré satisfecho. Me hace gracia cuando me llaman «Senior» developer. Será por lo viejo.

Por eso no tengo la empresa. Por eso no publico el código que tengo. Por todo eso.

Hay días buenos, cuando ves que te acercas a tus objetivos. Otros no son tan buenos y sólo puedes agachar la cabeza y seguir avanzando. Y esperar que la cosa mejore.

Pero me gustaría tanto que todos los días fueran buenos…

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Los ideístas

Idea, definición de la RAE

Primero y más obvio de los actos del entendimiento, que se limita al simple conocimiento de algo.

Ideísta (definición de Diego Freniche, sobre un palabro inventado por él mismo)

Dícese de aquel que considera ser la única persona capaz de tener ideas de negocio. Especialmente si se dirige a un informático que pretende trabaje para él gratis. Aunque el Ideista tiene muchas ideas, usualmente no puede transmitirlas al estar aquejado de NDAitis

Esos líderes

Ideístas. Tan tiernos. Me encantan. Asumen que, dado que eres informático, eres un tarado incapaz de diseñar un plan de negocio. Ya, quizá has cursado unos estudios, trabajado unos años y puede ser que te exprimas el cerebro cada día para aprender cómo conseguir que los ordenadores hagan más o menos lo que tú quieres. Pero eso no te exime, amigo/a: eres tonto/a. De remate.

Delante tuyo fluye imparable un río de dinero, pero eres tan anormal que no lo ves, no te das cuenta que sólo con tener una idea se abrirán las puertas del cielo, bajarán de las nubes unicornios vomitando arcoiris que pastarán billetes de a 100 Eur., generando pepitas de oro cada vez que levanten la cola en la pradera. Y serás rico. Y tu barriga desaparecerá. Y te crecerá el pelo. Y podrás ganar alguna negociación con tu mujer. Y todo con una idea.

Pero claro, como eres tonto, no ves que es tan sencillo. Por eso, prefiero tener yo la idea, que para eso soy el ideísta y que tú trabajes para mi. Con pasión y entrega, porque claro, si sólo lo haces porque te gusta, pero no pones pasión, como que eres un triste que medio lo intenta, pero que no merece su reconocimiento. Eso sí, gratis.

Porque todo ideísta es un Steve Jobs. Todos son Jeff Bezos, o Hewlett y Packard. Son líderes natos, a los que ni por un momento se te puede pasar por la cabeza dejar de seguir. Eso sí, no te presentan ningún track record, esto es, las grandes compañías que han fundado antes en base a sus ideas. Más que nada porque tienen la misma experiencia laboral que Paris Hilton. Son visionarios. No tienen obligación de demostrarte que sus visiones sean algo concreto, claro.

El contacto

Reconocer al ideísta es fácil. Tanto, que he creado una plantilla para buscar concordancia de sus mensajes. Os presento el ideísta-canvas:

Aquí podéis ver el esquema general de las cosas. Estos líderes tecnológicos, estos avezados descubridores de nuevos nichos de mercado en la economía de las Apps, son incapaces de registrar su propio dominio. Y siguen usando Hotmail. Te hablan de San Francisco, pero no te muestran las compañías que han creado antes. Tienen ideas pero ni zorra idea de cómo llevarlas a cabo. Te retan, ya que ejecutar su idea va a ser muy divertido y estimulante para tu cerebro. Porque a tí te gusta trabajar gratis. Reconócelo.

Y ellos no tienen un duro, claro.

Mi problema

Mi problema es que estoy contaminado, pero no se cómo explicarlo. Como pertenezco a una generación que extrae sabiduría de las citas de las películas, voy a usar una. Antes se extraían citas de la Ilíada. En Facebook se sacan de Paulo Coelho, uno de los escritores de pósters de gatitos más prolíficos que se conocen. El caso es que desde que escuché a El Jóker decir esto, no puedo evitar repetirlo siempre:

Si eres bueno en algo, nunca lo hagas gratis

Y claro, también está la hipoteca. Y los recibos de la luz y el agua. Y que me gusta que mis hijos tengan tres comidas al día. Y por desgracia, si me acerco a la tienda y miro a los ojos al dependiente, diciéndole de forma seductora: tengo una idea y por eso me voy a llevar seis rollos de papel higiénico gratis, porque para eso soy un líder nunca funciona. Mis poderes Jedi están oxidados. No soy un ideísta.

Y no lo soy, pese a haber fundado en el pasado una empresa (¿o fueron dos?). Pese a llevar unos años trabajando. Pese a pagar mis facturas ofreciendo mis servicios a clientes de verdad. Y, algunas veces, incluso teniendo ideas.

Porque esa es la otra: pese a ser un mero picateclas ¡igual también tengo ideas!. Claro, que lo complicado no es tener la idea. Lo complicado es ejecutarla. Y ejecutarla bien. Con un presupuesto. Y encontrando todos los problemas del mundo. Y contratando y despidiendo. Y luchando. Y pese así, triunfar, no quebrar, ganar dinero… Lo difícil es que hay que esforzarse, querido ideísta. Y tú no lo estás haciendo. Buscas a un pardillo que se esfuerce por tí.

Ayer tuve una idea: voy a ponerme como Arnold Schwarzenegger. El rollo es que hay que levantar pesas y eso. Ya me pongo mañana.

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El lamentable estado de las herramientas de desarrollo Android

Advertencia: si le tienes mucho cariño a Google, mejor que no sigas leyendo. Si desarrollas Apps como es mi caso (para iOS y Android) y no tomas como dogma de fe todo lo que dice Google (ni Apple, ni Microsoft, ni nadie), adelante.

Segunda advertencia: leed el update de abajo del todo, por favor. Para que os hagáis una idea de lo grave que es este asunto…

Ahora mismo estamos en pleno Google I/O, la conferencia para desarrolladores de Google. Se están presentando muchas novedades de consumo, lo que me parecen muy bien. Hay incluso un nuevo lenguaje visual llamado Material (que, por desgracia no veremos mas que en los Nexus, ya que los fabricantes se lo van a cargar; y aún así habrá que ver en qué Nexus y cuándo).

Todo muy bien, pero ¿qué pasa con las herramientas de verdad para desarrolladores?

Estas herramientas, no nos engañemos, son: el compilador, el lenguaje y el IDE. Eso es lo que usamos el 90% del tiempo mientras desarrollamos Apps. Pues parece que, en 2014, todo sigue como en 2013. En la edad de la piedra. En el más absoluto desprecio de Google hacia sus desarrolladores.

Sí señores: desprecio. No es de recibo las herramientas que proporciona Google, insisto, en 2014. Revisemos.

El lenguaje de programación

Es Java. Ni creado ni controlado por Google. Conste que no odio Java (he invertido mucho tiempo en aprenderlo y certificarme como para no tomarle cariño). Pero seguir en Java 6 cuando ha salido Java 8 con un montón de novedades interesantes me escuece. Mucho. Quiero esos tipos opcionales, clausuras y funciones de primer orden. En Android. Y lo quiero ya. Llámame caprichoso, pero creo que ya toca avanzar.

Seguir con esta versión de Java se debe seguramente al litigio que Oracle le está ganando a Google sobre la copia de Java para la máquina virtual Dalvik. Es ese el motivo de aguantar mientras puedan con Dalvik, cambiar a ART (el runtime que se va a usar a partir de ahora) y en cuanto puedan (probablemente la I/O de 2015) presentar el desarrollo de Android con Go. Que es un lenguaje creado por Google. Lo cual, por cierto, tampoco me disgustaría.

El cambio de Dalvik por ART no se debe a que incorpore 64 bits. Ni a que sea más óptimo. Si Dalvik es ya abierto ¿por qué no incorporar esas novedades y mejoras en la máquina virtual que ya tienen todos los Android? Probablemente por huir de un barco que se hunde. Y además: ¿para qué darle a todos los que están haciendo clones de Android (Nokia X, Amazon, Barnes & Noble Nook, Aliyun) estas mejoras? Me juego algo a que al final ART sólo lo podrán usar los miembros de la Open Handset Alliance. ¿Open?

IDE

Controlar el lenguaje es algo importante para crear un buen ecosistema de desarrollo. Microsoft creó C#, escribe su runtime, compilador y tiene el que probablemente sea el mejor IDE de todos: Visual Studio. Apple escribe su propio IDE, Xcode, que es una maravilla (como editor es mejorable y le faltan refactors, pero en Xcode se pueden hacer cosas que Eclipse no hará en la vida y Android Studio dentro de 100 años; ante las dudas ver un Storyboard, el diseñador de efectos de partículas con SpriteKit, los PlayGrounds de Xcode 6 o los Gauges). Apple influye poderosamente en el compilador, llvm, hasta el punto de haber creado un nuevo lenguaje de programación (Swift) para avanzar tras usar casi en exclusiva Objective-C los últimos 20 años.

Google, por contra, empezó creando un plugin de Eclipse para añadir algunos refactors, un asistente aquí y allá, un visualizador del XML de los layouts y poco más. Eclipse ni es de Google, ni Google puede influir en su desarrollo para hacerlo más Android. Luego, esperaron a que la comunidad demostrase que IntelliJ Idea era una alternativa viable para el desarrollo Android y propusieron Android Studio con mucho bombo y platillo… en Mayo de 2013. Es casi Julio de 2014 y seguimos con una herramienta en versión Alpha, que no ha alcanzado aún la versión 1.0.

Excusas

No, no me valen excusas sobre «es que Google ya se sabe, pone las cosas en Beta y tal». Google no es una startup montada por cuatro chavales. Es la compañía más valiosa del planeta. Tienen pasta y tienen cerebros. Lo que no tienen es ningún interés en mejorar las herramientas de desarrollo.

Google sólo se preocupa de aquellos productos en los que puede vender su publicidad. Todo lo que no sirva para imprimir anuncios, sigue el camino de Google Reader y del Dodo. Y como no pueden imprimir anuncios mientras compilas, tenemos lo que tenemos.

Modelos de negocio distintos

Hay que entender el modelo de negocio de cada una de estas tres empresas para comprender cómo actúan:

  • Microsoft quiere venderte licencias. Por eso hacen el software que hacen, sólo para Windows, porque quieren venderte las licencias de Visual Studio, Team Foundation Server y Windows. Lo tomas o lo dejas, pero son claros.
  • Apple quiere meterte en su ecosistema y venderte chismes, que es donde ganan pasta, no con software (que ahora lo dan gratis, desde el S.O. hasta Xcode pasando por la suite ofimática). Ellos quieren que te compres un iPad, un iPhone, un MacBook Pro retina con AppleCare y que sigas y sigas comprando sus productos. Hacen buen software para apoyar la venta de sus productos hardware.
  • Google vende publicidad. Es con lo que gana dinero. No es nada innoble ni lo de que avengonzarse, pero todo esto de ir de salvapatrias de los open y darse aires de ir curando el cáncer cuando lo que hacen es espiarte para vender mejores anuncios me resulta muy gracioso. Google nunca ha sido pro software libre.

Open no es Libre

Open no significa nada y me molesta el uso torticero que Google hace de este término. No dicen libre porque se le echaría encima todo el mundo del Software ídem, dicen open como en voy a tirarte las migajas de los repositorios de código fuente de Android para que veas lo bueno que soy.

Eso no es libre.

En un proyecto Software Libre se puede ver el código mientras se desarrolla, y no después. Se puede aportar código. Es una meritocracia.

Aquí tenemos un desarrollo totalmente propietario y cerrado creado por una compañía que libera código al terminar. Y, por cierto, sólo parte de ese código. Google Maps o Gmail no lo liberan. Ahí lo open no entra, que eso es parte de mi maquinaria de vender anuncios… Llevo usando, aportando y tratando de comprender a la comunidad del Software Libre desde el 94. Me molesta que la gente se confunda y crea que Google nos defiende de las «Megacorporaciones» como Microsoft o Apple. Como si ellos fueran Teresa de Calcuta.

Las tres son iguales: compañías que tratan de imponer sus productos en el mercado. Ninguna tiene como misión salvar al mundo. No le demos más vueltas.

Gradle

Así que para poner la guinda al pastel, tras usar un lenguaje que no es suyo y ofrecerte dos IDEs que tampoco hacen, han cambiado a Gradle, un sistema de construcción que tiene muy buena pinta, pero que de salida es muuuucho más lento que Ant. Es decir: tu proyecto en Eclipse compila más rápido que en Android Studio. Que sí, que se puede acelerar Gradle. Entonces ¿por qué no viene de salida ya configurado correctamente? ¿Por qué machacar a los devs que ya tenemos bastante al migrar un proyecto de Eclipse a AS? Es en estas cosas donde veo la desidia de Google.

Y ese es el meollo de la cuestión. Que el equipo de desarrollo de AS en Google deben ser un programador y un becario. Y el becario a tiempo parcial. Sólo así se puede explicar el ritmo de no-avance de la herramienta. De nuevo, sin excusas: si Apple puede en un año sacar una nueva versión de Xcode, digo yo que Google podrá. Pero claro, si pierdes el foco creando gafas, relojes, coches, drones y mil cosas más pero no vas a lo fundamental pasan estas cosas.

Costes

Y ahora es cuando alguien pensará: «ya, pero es que en Apple hay que pagar 80 € anuales y en Microsoft el Visual Studio de verdad cuesta pasta, mientras que en Google pagas una vez en la vida 25 dólares y ya».

Efectivamente: ¿ves una tendencia?. Pagas por un producto == calidad. No pagas y no pueden ponerte publicidad == Google Reader, digo herramientas de desarrollo.

Tú es que eres un Fanboy de Apple

Vaaaale, venga, sí, soy un Fanboy de Apple. Los tiempos de compilación de Gradle me los invento. Y tener un IDE más de un año en Alpha es de lo más normal. O que para lanzar el emulador tengamos que andar con trucos como la aceleración Intel o usar Genymotion (de nuevo, nada de esto de Google). De paso, que nada de lo que usa Google Play Services (que cada vez son más cosas) no funcione en el emulador y tengamos que tirar de dispositivo también es un triunfo.

Quizá tu problema es que no has tratado de desarrollar con otro entorno que no sea Android Studio. En mi caso, sí. Uso Xcode, Eclipse y Android Studio a diario. Y antes usé Visual Studio, Aptana, Delphi, Turbo C y vim. ¡Hasta Blackberry ha hecho un mejor trabajo con Eclipse para BB10 que Google!

Creo que hablo con cierto conocimiento de causa. Pero si tienes argumentos en contra de algo que lo que digo (que no sean es que a mi me gusta más X en lugar de Y) sino cosas como «resulta que el roadmap de Gradle muestra que Z y Android Studio se puede mejorar de tal y cual forma» bienvenidos sean. Si quieres ponerme a parir, no comentes: escribe un post en tu propio blog. Gracias.

Y, por cierto ¿en qué parte de I/O se está hablando de las mejoras del lenguaje, IDE o compilador, más allá de ART?

Pues eso.

Actualización del 1 de Julio, 2014

Escribí esta entrada en el avión, mientras me dirigía al GCTIC a impartir unos talleres, uno de ellos de Android. El día antes tuve la precaución de copiarme el ADT Bundle que proporciona Google para todas las plataformas, por si alguien no lo tenía instalado. Tuve que usarlo: algunos de los asistentes no lo tenían instalado, y se lo proporcioné. Total, es descomprimir un ZIP en el que va Eclipse y el SDK. Es tan sencillo, que incluso escribí en este blog cómo crearte tu propio entorno de desarrollo Android portable con Eclipse.

Pues no. No era tan sencillo. Nada funcionaba. Lo instalé en mi máquina con cierta sonrisa de desdén pensando «novatillos…». Y no. No funcionaba. Ningún ADT Bundle funcionaba. Ni en Mac, ni en Windows, ni en Linux. Pensé que estarían mal descargados y empezamos a bajarlos de nuevo. Hasta que nos dimos cuenta de que la culpa era de Google:

En la página oficial de descargas del ADT Bundle han colgado versiones que no funcionan

Y no avisan. A día de hoy puedes seguir bajándote una versión rota de ADT Bundle de la página de Google. Y sabiéndolo, no la quitan de en medio ni ponen un aviso. No. Juegan con tu tiempo. ¿Tienes una entrega de una App? Me da igual. ¿Vas a impartir un taller? No me importa. Soy Google, la prepotencia con patas, y me importa [inserta aquí un adjetivo colorido] mi comunidad de desarrolladores. Ellos son muy listos, que se busquen la vida. Total, la culpa es suya por fiarse de mi página oficial de descargas.

Eso sí, en su bug tracker sí que parece que lo saben. Y dicen que lo arreglarán en uno o dos días. Después de una semana.

Estoy harto.

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Que no se den cuenta de que eres tonto

Auto-equiquetarse. Hay gente que le encanta. En esta era de la velocidad, de tener que sonar ingenioso en 140 caracteres, de las «charlas de ascensor», del speed-dating, parece que no hay tiempo para poder explicar quién es uno, qué hace, en qué puede ayudar. No hay tiempo ni de pensar. Por eso, y dado que las tarjetas de visita están demodé, hay que etiquetarse. En el perfil de LinkedIn. En la Bio de Twitter. En Facebook.

No vaya a ser que pase desapercibido y no se den cuenta de que soy tonto.

Y digo lo de ser tonto porque el contraste con cómo se etiqueta a sí misma cierta gente no puede menos que ser llamativo. Sir Tim Berners-Lee, el motherfucker que inventó Internet, físico de formación y premio Nobel de vocación se pone en los Hangouts de Google «Web developer». Como un becario aquí en España, vamos. Y mientras, hay gente que se pone de etiqueta:

CEO de un blog

Esta me genera mucha ternura. Lo digo porque para ser CEO de un blog creo que basta con abrirse una cuenta en WordPress y empezar a escribir, ¿no?. ¿O me he perdido algo?. Bueeeno, aceptamos Tumblr como blog también.

Bueno, yo es que soy un antiguo y aún considero «Blog» a la bitácora personal, la página en la que a modo de diario escribe una persona que habla de los temas que le interesan. Y no el mega-portal de rumores donde se infiere cómo será el próximo iPhone a partir de fotos borrosas de una carcasa supuestamente tomadas en China (y nunca contrastadas). Mito de la caverna de Platón en acción.

Claro que, generar contenido requiere esfuerzo. Y que sea bueno, mucho esfuerzo. Generar bazofia de rumores y refritos es mucho más sencillo. Pero ya lo decían antes: «come mierda: cincuenta millones de moscas no pueden estar equivocadas». Por eso, presentarse como CEO de un blog, si no eres el dueño de The Verge o estás en conversaciones con Time Warner para que te compre por unos cuantos millones, me parece una tontada importante. Bloguero es más normalito. Gafapasta, pero normalito.

Yo, por si te preguntabas, tengo una web. Desde hace diez años. Punto.

LION

LION == Linked In Open Networker. Es decir, el que no tiene criterio para selecciona su red de contactos y acepta a todo el mundo. O, como es mi caso, que acepto a todo el mundo porque sigo el adagio de un empresario sevillano: «el que un día te trae una mierda, al siguiente puede traerte un tesoro». Vamos, que contactos nunca sobran. Que los uses o no, es otra cosa. Pero es mejor tenerlos para cuando te hagan falta que no al contrario.

Ponerte en tu perfil que eres un LION (buscad por Internet, os sorprenderá el montón que hay) me parece algo pretencioso. Y es forzar la máquina para decirle al mundo «hey, mirad qué popular soy y el montón de amiguitos que tengo, soy el que más muchos amiguitos tiene en el patio del colegio y tú no, chincha rabiña».

En fin, con ver que en tu cuenta de contactos pone +500 ya se sabe que no tienes criterio…

KnowMad

Esta es de las últimas etiquetas que he visto últimamente. Como se describe aquí, es la contracción entre las palabras inglesas Conocimiento (Know) y Nómada (Nomad). Así que es un culo inquieto, como siempre se ha llamado a este tipo de personas. Yo mismo. Con curiosidad por las cosas, siempre aprendiendo, interesados por compartir y así aprender aún más…

Se ve que culo inquieto no quedaba bien en las tarjetas (era demasiado largo) y prefirieron algo más cortito. Y en Inglés, que siempre mola más.

¿Y tú?

Pues que acabo de descubrir que soy un Knowmad, LION CEO de un blog. Estoy pensando en ponerlo en mi BIO de Twitter. A ver si me llueven las piedras. Madre, qué de gente tratando de destacar como sea…

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La gran golfada de Samsung

Pese a que la mayoría de mis ordenadores son Macs estos días (aunque también tengo y uso mi viejo Dell Inspiron 9400 y un ThinkPad X61, en el que estoy escribiendo esto ahora mismo) soy un entusiasta de la tecnología en general. Esto me lleva a tener chismes de varias marcas, colores y tamaños. En cuestión de impresoras siempre he tenido una Samsung.

La primera que tuve, una ML1510, LASER monocromo, no hacía nada más que imprimir. Ni nada menos. Ni inalámbrica, ni colores, ni escáner, ni nada de nada. Pero funcionaba. La compré nueva, muy bien de precio, hace un montón de años. Hoy en día imprimo pocas cosas: las facturas y algunos documentos para la gestoría que me lleva las cuentas, dibujos para que mis hijos coloreen y algún que otro documento. Así que, por mí, la hubiera usado hasta el infinito y más allá. Pero empezó a dar problemas mecánicos. Se atascaba siempre. Y era frustrante intentar imprimir algo. No podía. Así que la regalé, junto con un cartucho nuevo de tóner, a un compañero de la NSCoder Night de Sevilla. Y me compré una nueva.

En esta ocasión, entre las más baratas busqué una Samsung que tuviera escáner, por aquello de poder digitalizar documentos. Y porque si la anterior Samsung me había ido bien, para qué cambiar. Así que me hice por poco más de 100 Eur. con una Samsung SCX-3400. Es impresora y también escáner. De paso, es fotocopiadora (es decir, que escanea cosas y las imprime sin tu ordenador de por medio, de forma autónoma). Venía con un cartucho, que estaba seguro iba a durar poco, pero dado que imprimo también poco, no había problema.

Efectivamente, al año el cartucho empezó a avisarme de que se terminaba. Sin problemas, compremos uno nuevo. No se lo que habré imprimido en este año, pero ya sabíamos que el primer cartucho viene medio vacío. Miro los precios y me encuentro con que un cartucho nuevo, original de Samsung cuesta casi tanto como la impresora. ¿Cómo? Esa era la táctica que empleaban con las impresoras de chorro de tinta, pero no lo había visto con las LASER baratas. Supongo que como son para consumidores, han adaptado la técnica a los nuevos tiempos.

Pues me niego. Busqué en Amazon y encontré cartuchos compatibles Samsung en venta por un precio más que razonable. Había visto vídeos en Youtube mostrando cómo recargar tu propio cartucho con tóner, pero me parecía un follón y tampoco me ahorraba tanto, así que preferí ir a lo seguro (que alguien que lo sepa rellenar lo rellene) y pedí el compatible a KONVER, Distribuciones Informáticas, que vende en la tienda de Amazon. Llegó enseguida, lo instalé en la impresora y durante unas semanas, todo fue perfecto.

Mi impresora ha muerto

De pronto, un día, enciendo la impresora, la conecto por USB al iMac y lanzo un par de páginas para que se impriman. Sigo con mis cosas sin darme cuenta de que la impresora no imprime. Tiene una luz roja. Vaya, debe ser un atasco. La miro, pero no. En el iMac hay un aviso de error. La impresora dice que no tiene tóner. Pero eso no puede ser, ¿no?. A fin de cuentas se lo he cambiado hace nada…

Apago la impresora, vuelvo a encenderla… Nada. Cambio el cable USB… Nada. Empiezo a preocuparme y miro por Internet a ver si alguien ha tenido problemas similares y… ¡bingo! Docenas de problemas iguales. Veo vídeos por Youtube, leo en foros. Voy aprendiendo. Instalo los drivers y el software de Samsung en el Windows 8 que está en mi iMac en Bootcamp, por si puedo obtener más información… Nada de nada. Me desespero: cambio el cartucho para probar con el original, que está vacío y da error de tóner. Pero el nuevo lo mismo. Y lo peor es que, aunque esté rellenado es un cartucho Samsung pata negra.

El problema

Samsung ha decidido que puedes comprar cartuchos de tóner, pero sólo a ellos. Así que ha puesto un chip en cada cartucho. En ese chip hay un contador de páginas impresas. Cuando llegas a la «vida útil» que ellos estiman (o te imponen) que debe tener un cartucho se acabó. La impresora lee ese contador y te impide imprimir. La excusa de Samsung para hacer ésto: que de esa manera te pueden avisar con su software y así puedes cambiar el tóner a tiempo. Vamos, que tú no estás capacitado para saber cuándo está bajo el tóner: esos grises que no aparecen, la mala calidad, etc. no son una pista. No, te lo tiene que indicar un software que, curiosamente, te pone un enlace en un sitio prominente para que compres sus recambios en su tienda.

Que no se me entienda mal. No me parece mal que Samsung quiera vender sus cartuchos. E incluso que pongan el enlace a su tienda puede ayudar al que no sepa dónde comprar (aunque lo dudo). Lo que me parece una golfada absoluta es que pongan un contador de páginas en el cartucho en lugar de en la impresora. Desde la impresora te podrían indicar perfectamente: «lleva usted impresas 1.500 páginas desde el último cambio de cartucho y pensamos que es hora de que lo cambies. Si empiezas a imprimir y te da asco lo que ves, que conste que no se te ha roto la impresora: es que eres un tacaño».

La solución

Pasa por resetear el contador del cartucho. Es decir, borrar el chip del cartucho y ponerlo a cero, como si fuera nuevo, lo cual, si has rellenado el cartucho con tóner nuevo se aproxima bastante a la realidad. Por Internet vi que había gente que vendía programas para hacerlo, pero ante la duda en si gastarme otros 12 USD para arreglar un cartucho que debía venir bien, me puse en contacto con Konver a través del formulario de Amazon. Les conté mi odisea y les pregunté qué podía hacer. Bien, no sólo me respondieron súper rápido, sino que me dieron la solución a mi cartucho. Me proporcionaron un programa (sorry, no lo voy a pasar, contacta con tu distribuidor, ese no es mi departamento) con el que borrar el cartucho. No puedo dejar de estarles súper agradecido. Hay momentos en los que ya no sabes qué pasa y que te solucionen un problema así te alegra el día. Aquí tienen a un cliente de por vida.

El caso es que para resetear el cartucho tuve que lanzar un programa desde Windows (en este caso, desde mi ThinkPad x61) y flashear la memoria del cartucho. Conectado por USB le subí un programa a la impresora.

Mi impresora mientras borro el contador

Sí, he grabado la memoria de un cartucho de tóner. Lo siguiente va a ser actualizar el firmware de la tostadora…

Pues ¡milagro!. Una vez borrado el contador de los golfos estos, listo. La impresora me reconoce el cartucho reciclado (que es de Samsung, insisto) como nuevo, hay luz verde y la vida es bella.

Conclusiones

Entiendo que Samsung quiera vender cartuchos y quiera traer ese modelo de negocio en el que los consumibles son más caros que la máquina que los consume. Están en su derecho. Pero eso se avisa. Se indica claramente: cada cartucho es de un solo uso y no puede reutilizarse. Y con esa información y mi dinero tomo una decisión informada de compra. Encontrarte esto cuando ya has comprado la impresora te cabrea, y no es una buena técnica, ya que encima se puede saltar fácilmente. Y sólo queda el cabreo.

Ni que hablar de lo anti-ecológico y carísimo que es andar tirando cartuchos de tóner. O del desprecio al usuario, al que se trata por tonto. Mal hecho, Samsung. No hay galleta.

No puedo dejar de pensar en qué pasaría si estas cositas las hicieran Microsoft o Apple…

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Una mañana de trabajo cualquiera

Me paro un momento y miro en lo que estaba trabajando, y los programas que tengo abiertos ahora mismo, y no puedo evitar pensar que soy lo más alejado del minimalismo. Al menos en lo que se refiere al ordenador. Era minimalista cuando no tenía dinero más que para mi querido Amstrad CPC 464 con el monitor fósforo verde, con su unidad de casetes. El único periférico que tenía era un Joystick. Y a usarlo. Pero veía en las películas a gente en países lejanos y extraños, en salas llenas de ordenadores.

Como el programador de Parque Jurásico (que, por supuesto, además de ser el malo, cobarde y torpe, estaba mal pagado y era gordo y feo). Por cierto, si veis de nuevo JP os llamarán la atención dos cosas: una, que están programando fumando, algo impensable en cualquier entorno de hoy en día. La otra, que el sistema de «bug tracking» que usan es una libreta donde van anotando los errores 🙂

Volviendo al tema que me traía aquí, en esta mañana he comenzado programando en C, en el IDE Eclipse corriendo sobre Windows 7. Ese Windows 7 está instalado en mi MBP. Por si fuera poco frikismo, he usado el escritorio remoto de Windows para programar esos ejemplos en una ventana del iMac de 27″, que para eso tengo una pantalla grande. Mientras programaba iba actualizando la presentación de Keynote que acompaña al curso, en el iMac. Sonaba la música desde iTunes, donde estaba restaurando mi iPhone 3Gs con una copia de seguridad de ayer: mis niños han borrado algunas fotos en un descuido.

He terminado con C y me he pasado a WordPress. Arrancando una máquina virtual VMWare de Bitnami, que ya tiene un entorno WP completo sobre Linux, me he dedicado a crear un nuevo sitio para migrar una vieja web que hice hace ya la tira en Typo3. Es decir, instala plugins, widgets, temas, escribe posts, importa información, etc.

Ahora toca pensar en el próximo curso de Java EE que tengo que impartir a finales de mes. Java, Servlets, EJBs, JBoss, Eclipse de nuevo (aunque ahora en su «sabor» Java). Tendré que ojear un libro, que tengo en formato CHM (formato típico de Windows en otra época). Y luego, un poco de Objective C para comenzar un proyecto iPad que me han encargado. Tengo cosas que leer de UML…

Es por este desbarajuste de trabajo que tengo, con tantas tecnologías, frameworks, lenguajes, herramientas y entornos distintos por lo que amo a mis dos Macs. Necesito ser anti-minimalista, ya que si lo fuera no podría hacer la mitad de las cosas que hago. Esta es la razón de haber ampliado mi iMac a 12 GB de RAM. Aún así, procuro no instalar nada si ya tengo una aplicación que hace más o menos lo mismo, que si no acabas con un montón de aplicaciones similares que no acabas de dominar en profundidad.

Bueno, sigo, que quiero ir terminando. Que no hace mucho me comentaron que a lo mejor tengo que aprender CLIPS… 🙂

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Portabilidad a Simyo

Hace un par de días que estoy con mi número principal en Simyo. He abandonado Movistar de nuevo (lo dejé hace un montón de años para irme a Orange y luego volví). Mi estancia en MS, y los 18 meses que he mantenido el contrato han tenido una buena razón: el iPhone 3Gs de 32 GB que hoy en día sigue siendo mi teléfono principal. Cuando me planteé actualizarme desde mi iPhone 3G, comprado libre en Bruselas, miré las ofertas y si hacía portabilidad desde Orange a Movistar con la tarifa de 25 Eur de datos me quedaba el 3Gs por 49 Eur. En esa época mi consumo de datos era alto, así que me venía muy bien el trato.

Pero las cosas cambian con el tiempo. Dejé Isotrol (de nuevo, por segunda vez) y me quedé en casa haciendo mis Apps para iPhone y preparando mis cursos. Y claro, en casa hay WiFi. Encima donde vivo Movistar no tiene cobertura 3G. Ni buena ni mala: no hay. Resultado: estaba pagando por un tráfico de datos que no consumía.

Cuando se ha cumplido la permanencia, he llamado a Movistar para liberar el 3Gs por IMEI. Sólo me ha costado un par de llamadas. Lo probé con una SIM de Simyo, que tenía para ir probando el servicio y como segunda línea por si las moscas, y todo funcionaba perfectamente. Estaba listo para el salto.

He escogido la tarifa del 3 de Simyo. No hay permanencia. Pagas cada mes 8 Eur. + IVA y tienes 500 MB de datos. Y, por supuesto, pagas lo que hables, a 3 céntimos de Eur. el minuto + establecimiento de llamada. Los SMS son baratos (aunque ya los uso muy poco, pero siempre es mejor que sean baratos, ¿no?). No he pasado un mes completo con Simyo, así que ya veremos como son las facturas. Bueno, si me he equivocado siempre puedo cambiarme a otra.

La portabilidad ha tenido algún que otro bache. Tras solicitarla, me llegó una carta de Simyo con la SIM. Hasta aquí sin problemas. Me llamaron de Movistar para que no abandonase el redil, pero les dije que eso de «mucho te quiero perrito, pero pan poquito» no iba ya conmigo. Si tan buen cliente soy, dame un iPhone 4 gratis y mejores tarifas. ¿Que pido mucho? Vale, pues me voy.

Superada la llamada de MS estuve esperando el SMS que según Simyo me mandarían para indicarme que esa noche se realizaría la portabilidad. El SMS no llegaba. Estaba temiendo que comenzaría el nuevo mes sin estar «portado» cuando me di cuenta la otra mañana que no tenía cobertura en el móvil. Así que pensé «¿a que me han portado y no me lo han comunicado?». Cambié la SIM y… voilá. Teléfono funcionando. Pequeño fallo de comunicación, pero bueno. En teoría me debía llegar la configuración de los datos del iPhone por SMS. Tampoco me llegó. Llamé al soporte técnico de Simyo (antes de ver que la configuración estaba descrita en sus FAQs) y conseguí hacer que el iPhone mandase correos, tras introducir los nuevos parámetros y sincronizar con iTunes (esto último no me lo indicaron).

¿Resultado final? Tengo más cobertura 3G con Simyo que con Movistar. Y telefónica. Todo funciona bien y la web de Simyo está a años luz de la de Movistar, que es de lo más complicado y anti-cliente que he visto. Encima, tras quejarme en twitter, me han «pasado la mano por el lomo» los de @Simyo_es. Da gusto.

P.D.: puse un ticket en la web de Simyo preguntando por la activación de los datos. Me han respondido ahora, aunque se supone que ya me resolvieron el problema por teléfono. Detecto descoordinación entre el Call Center y su soporte de primer nivel. Encima el correo viene del dominio kpn.es, que es la propietaria de Simyo y no de Simyo.es, que es lo que esperaría cualquiera. Señores, contraten una consultoría ITIL ASAP. A mi, si es posible. Facturo tan caro como necesiten 🙂

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