Afrontando el exilio

Estoy hoy un poco pesimista. Un mes y medio fuera de casa pueden con cualquiera, aunque sea un optimista patológico como el que escribe. Un curso de dos semanas de UML en Mérida seguido de casi un mes en Melilla, con un curso de Typo3 y otro de OpenOffice.org, acaban con las ganas de cualquiera de ver un hotel. ¡En el de Melilla me tratan como si entrara en mi casa!

En fin, como digo por ahí, hay que comer. Un sabio dijo que «sólo trabaja el que no sabe hacer otra cosa». Me quejo por vicio, porque también me gusta. Aunque con mi niño (Gonzalo) con cuatro meses recién cumplidos, cuesta (y mucho) salir de casa. Bueno, a mi mujer también la echo de menos.

Lo dicho, estoy triste…

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